Quiero darles las gracias por todos sus Buenos deseos, por sus oraciones, por sus recetas para la anemia. Por sus mensajes en el Facebook. También agradezco todas las atenciones que recibí en el Torrance Medical Center. A mi doctor Chang que prácticamente me salvó la vida porque de una visita de doctor me mandó inmediatamente al hospital. Me dijo muy alarmado que no se explicaba como andaba caminando si mis glóbulos rojos andaban prácticamente en cero. Pues yo le dije. ¨Pues la verdad si me siento débil, pero creo que es por mi dieta.¨ ¨Que dieta ni que nada. Tú no debes de ponerte a dieta. Si lo que necesitas es sangre y hierro.¨
Y así me tuvieron en el Hospital a sangre y hierro. Me pusieron cuatro bolsas y otras tantas de puro hierro. En esos tres días que estuve en el hospital, en esas vacaciones forzadas tuve tiempo para meditar y recordar muchas cosas en mi vida. Cosas buenas y otras dolorosas. Pero el recuerdo que más me siguió fue el de mi tía Macaria. Cuando yo era niño, mis papás nos llevaban a San Luis Potosí a visitar a mi tía Macaria. Ella quedo viuda, tenía un corral lleno de chivas. Eran muchas chivas. También tenía como vacas y algunos caballos. Ella siempre me decía, ¨mijo ven a ver mis chivas. Y ahí iba yo siguiéndola. El olor para mí era insoportable, me tapaba las narices. Pero ella parecía que iba oliendo a flores.¨ Yo le pregunté. ¨Tía pero como le da de comer a tantas chivas. Es mucho trabajo.¨ ¨No, para esto tengo a Quique. Les abre la puerta y salen a comer al monte.¨
En esa cama de hospital, durante la noche y al ver la cara de susto de los doctores. Les confieso que me sentí muy cerca de mi Tía Macaria. Ella ya murió. Me acordé mucho de su rancho, del orgullo con que me enseñaba sus chivas y me di cuenta que no disfruté lo suficiente a mi Tía Macaria. Me hubiera gustado llevarla a pasear. Conversar más con ella. También me acordé de otras muchas cosas que todavía quiero hacer. Lugares que visitar. Aprendizajes que compartir. Me di cuenta que se me olvidó que el cuerpo necesita descanso, necesita alimento a sus horas y la verdad es que me sentí invencible. Descuidé las señales de alarma que me estaba dando el organismo y seguí comiendo mal y trabajando sin descanso.
Los doctores del hospital junto con mi médico me dieron de alta, pero me advirtieron que debía cuidarme más. Tengo un altero de medicamentos que debo tomar todos los días, yo sé que estoy en camino a mi total recuperación, porque mi mejor medicina son ustedes. Lo descubrí en las Giras Empresariales del pasado viernes y sábado. Sentí un gran agradecimiento y emoción al ver que muchas mujeres se ocuparon de prepararme jugos energéticos como Noemí y otras mujeres bondadosas que me entregaron recetas por escritos para combatir la anemia perniciosa: Hígado crudo, machacado y colado como desayuno. Frijoles negros con aceite de oliva en ayunas. Jugos de frambuesas y moras. Jugo de berros y apio y muchas otras recetas que pienso probar.
GRACIAS a todos por preocuparse por mí y espero verlos muy pronto.