¿Cuándo fue la última vez que tuviste un logro que no formara parte de tu rutina diaria?
Todos tenemos pendientes, obligaciones, responsabilidades y compromisos que debemos cumplir porque, de no hacerlo, podemos perder el empleo o hasta nuestra familia.
Muchas veces confundimos la rutina diaria con los logros que podemos conseguir, pero la verdad difícilmente consideramos que el levantarnos de la cama un día listos para pagar las deudas del mes como algo viable, incluso digno de celebrar. A lo contrario, tan solo pensar en las cuentas que debemos saldar nos amarga el día.
Pero si lo piensas bien, todos realizamos cotidianamente deberes sin las cuales tu vida no sería la misma. Por ejemplo, ¿qué pasaría si en una familia la madre o el esposo se quedaran cruzados de brazos en vez de resolver los problemas del diario?
Por eso, el cumplimiento de nuestras tareas rutinarias merece valorarse, sin embargo, también tenemos que aprender a ver más allá del día a día porque la verdad es que esos pequeños logros cotidianos no son los que te darán independencia económica a largo plazo.
Por eso te decimos que evites caer en la trampa de la rutina, porque nunca podrás ver más allá, y pasarás la vida trabajando mucho pero cosechando poco.
La rutina también es engañosa porque dejas tú de ser la prioridad de tu vida en la medida en que antepones las necesidades incluso de otros a tus prioridades y así, poco a poco limitas tu mundo.
¿Qué es la rutina?
La rutina son las actividades de día a día que te roban tu tiempo, tu energía y tu intelecto. Al dejarte dominar por estos quehaceres de todos los días, de pronto ya no tienes tiempo para iniciar tu negocio, bajar de peso -porque a qué horas vas a hacer ejercicio, por ejemplo, ya no atiendes a tu pareja y de pronto tus hijos se acostumbran a vivir sin ti, a pesar de compartir el mismo techo.
Y a propósito de los niños, ellos son el centro de otra rutina, esa que de pronto se refleja en pretextos como “no puedo ir porque tengo que cuidar a los niños”, “los niños no quieren así es que no puedo”, “no me rinde el dinero porque tengo hijos”, y la mejor excusa de todas, “los niños son primero”.
Esas son las respuestas que pronuncias como si fueras un robot incapaz de vivir tu vida, y de tener una visión propia porque estás limitado de tantas maneras.
Por supuesto que no se trata de que hagas a un lado tus responsabilidades, pero debes encontrar ese equilibrio entre la rutina diaria y tus aspiraciones a mediano y largo plazo. En pocas palabras, la idea es que tú controles tu rutina, y no viceversa.
Cómo liberarte de la trampa de la rutina
Esto puede parecerte extraño pero es muy cierto. Para que le des la vuelta a la trampa de la rutina o te desligues de ella si crees que ya has caído en ese agujero, solo tienes que hacer dos pasos:
1) Cambia el panorama. Cuando estás tan concentrado en tu rutina dejas de visualizar el futuro. Hoy antes de llegar a la casa ve y conoce algún parque nuevo o disfruta una película distinta a las que usualmente ves. Prueba un restaurante distinto con tu familia, y deja de decir que no te gusta saborear otras comidas, busca platillos típicos de la cocina francesa, tailandesa o iranesa. No toda tu vida puedes comer tacos, enchiladas y hamburguesas.
2) No culpes a nadie y no limites tu vocabulario. Es muy fácil decir que si no progresas es porque los demás o incluso el país en el que estás o la situación económica local, nacional o internacional te frenan. Hazte responsable de tu vida para que desarrolles ese poder interno que tienes para cambiar todo lo que te trunca.
Tener trabajo, familia y responsabilidades es una bendición, así es que deja de quejarte y adopta el vocabulario que te llene de fuerza. La gente poderosa habla poco y hace mucho, no presumen, menos se quejan y, sobre todo, no asignan a los demás ni a sí mismos con adjetivos negativos.
No digas por qué no puedes hacer lo que quieres, mejor comparte cómo lo estás haciendo. Habla de lo que sí es posible y olvídate de lo imposible.
3) Aduéñate de tu tiempo. Hoy en día siempre nos falta tiempo. Ponte a pensar que hace 10 años no existían las redes sociales pero ahora toma en cuenta cuánto tiempo al día inviertes en leer comentarios intrascendentes y viendo fotos de otras personas.
Ese tiempo que definitivamente tienes libre mejor inviertelo en una actividad que podrá convertirse en tu fuente generadora de riqueza. Por un lado, tendrás tu trabajo que te seguirá dando dinero suficiente para pagar la renta y los gastos del mes, y al mismo tiempo encontrarás otros ingresos que poco a poco te llevarán hacia una mayor estabilidad económica.
Divierte, disfruta con tu familia, sin sacrificar tu crecimiento personal y menos tus logros. Cada minuto vale y mucho, tú elijes como invertirlo. El 98% de la gente no hace nada constructivo en sus ratos libres, pero tú debes estar en ese 2% que sabe cómo invertir el tiempo que definitivamente tiene para romper la rutina y explorar los caminos hacia el éxito.