Apolinar Mesinas tiene 36 años y nació en Oaxaca, México, pero se fue a Estados Unidos a los 13 años; desde entonces reside en Los Ángeles, California. Al llegar, comenzó a trabajar lavando platos, y durante 20 años, siguió trabajando en restaurantes, preparando alimentos, atendiendo a los comensales, cobrando en la caja y limpiando mesas, hasta hace dos años.
Estaba harto y frustrado por laborar en la empresa de alguien más, pues no podía salir adelante. “Es injusto, ganas lo mismo que quienes hacen nada, y no progresas; en cambio, cuando te dedicas a lo tuyo, los resultados dependen de las ganas que le echas. Veía a personas exitosas y me preguntaba por qué ellas habían podido y yo no. Me di cuenta de que había dejado pasar mucho tiempo y decidí cambiar mi realidad; comencé a trabajar en lo mío y me enfoqué por completo a esto. Aunque no lo parezca, es algo fácil de realizar; vivir con un salario mínimo que no alcanza es lo difícil”.
Con una inversión muy pequeña, menos de 80 dólares, Apolinar compró a un distribuidor seis quesillos y 100 tlayudas, los cuales vendió enseguida, duplicando su inversión y utilizándola para comprar el doble de producto. Al ver que obtenía buenas ganancias, en pocos meses, se olvidó del intermediario e inició su propio servicio de importación desde Oaxaca, a fin de tener mayores ingresos y avanzar más, surtiendo a los negocios en Los Ángeles, para que ellos se enfocaran en expandirse, en lugar de pensar en traer y transportar la mercancía.
“Fuimos creciendo un 10% cada mes, hasta que dimos un brinco un año después, cuando empezamos a ofrecer el servicio de paquetería, a petición de los clientes, y nos ha funcionado de maravilla. Como dice Carlos Márquez, una cosa te lleva a la otra; esta ha sido la mayor enseñanza que me ha dado, aunque al principio no me convencía. He desviado el objetivo que tenía a lo que ha funcionado mejor y , con el tiempo, vi que dar un paso me lleva a mucho. La mayoría de las veces empiezas con una cosa, pero el mercado te exige otra, y te tienes que adaptar”.
En una reunión, un sobrino le sugirió crear su propia marca y le habló del trabajo que realiza Carlos con los emprendedores. Le interesó tanto que, inmediatamente, reservó un lugar para Construye Tu Marca. Llegó al taller con la idea de crear una marca de mezcal, pero Carlos le sugirió vender miel de abeja, bajo el nombre de B’organics Imports. Ahora la comercializa en Amazon, en sus redes sociales y en su página.
Después, decidió ofrecer más de lo que da su tierra con una marca más tradicional, Zapotec Kitchen, mediante la cual ofrece café de olla, chocolate en polvo y cacao. Debido al éxito que han tenido y viendo su potencial, pretende agregar más productos y distribuirlos por todo Estados Unidos.
Durante su faceta como empresario, se ha enfrentado a diversos obstáculos, como carecer de un mentor y la falta de conocimientos de los procesos, pero asegura que todo vale la pena; de hecho, si pudiera hacer todo de nuevo, “no trabajaría para alguien más, empezaría mucho antes y me dedicaría a aprender la manera de desarrollar mis proyectos”.
“Para comenzar en el mundo del emprendimiento, recomiendo no pensar en el dinero, sino en la necesidad de una persona o un grupo. El bienestar y la libertad económica vienen de resolver los problemas de alguien. No vendas, mejor sírvele”. Agrega que, con el objetivo de tener resultados, se requiere hacer un plan de acción que empiece por uno mismo, tener persistencia y organización, estar dispuesto a hacer sacrificios y olvidar los pretextos, la flojera y la desidia.
Respecto al papel que Carlos Márquez ha jugado en su vida, Apolinar relata que, con el taller Amazon Expert, le abrió las puertas al mundo en línea; “yo no sabía sobre el tema, pero Carlos me hizo despertar y comenzar a apostarle al comercio digital; además, me enseñó lo que necesitaba para mover mis productos por internet”. En la Gira Empresarial Los Ángeles, aprendió la realidad del mundo empresarial y cambió su visión de consumidor por la de empresario; mientras que en Construye Tu Marca, dio el primer paso para dejar de trabajar algún día, fundando las bases de su legado.
“El punto al que ha llegado Carlos, tomando en cuenta sus humildes comienzos, es inspirador para mí; es el tipo de personas que respeto y con el cual me siento identificado”, dice Apolinar, así que seguirá aventándose, como sugiere Carlos; gracias a ello ahora tiene más autoestima y confianza. Sabe que le falta mucho, pero tiene la certeza de que seguir por este camino lo llevará a alcanzar el éxito que siempre ha soñado.